Transporte frigorífico: los 5 puntos críticos que hay que evitar para mantener la cadena de frío

22 jul 2025

En el transporte agroalimentario, hay algo que no admite aproximaciones: la cadena de frío. No solo garantiza la calidad de los productos, sino también la seguridad sanitaria, el cumplimiento normativo y, en última instancia, la confianza del cliente final.

No obstante, a pesar de que los equipos son cada vez más eficaces, las rupturas de la cadena de frío siguen siendo frecuentes. ¿Por qué? Porque no dependen únicamente del material utilizado, sino de todo el dispositivo logístico: la elección del vehículo, la forma de cargar, de supervisar, de almacenar y de reaccionar.

A continuación, le presentamos los 5 puntos críticos más importantes y cómo anticiparse a ellos de forma eficaz.

Definición: ¿qué es exactamente la cadena de frío? 

La cadena de frío es el conjunto de operaciones destinadas a mantener los productos a una temperatura constante, adecuada a su naturaleza, desde su producción hasta su consumo.

Se aplica, en particular, a los alimentos perecederos, productos sanitarios o sustancias químicas sensibles al calor.

Su objetivo: preservar la calidad, la seguridad sanitaria y el cumplimiento normativo de los productos, evitando cualquier ruptura de temperatura, por breve que sea.

1. Una mala elección del vehículo: la principal causa de ruptura de la cadena de frío

El vehículo frigorífico no es simplemente un medio de transporte: es un eslabón activo en la conservación del producto. Si no está bien dimensionado, aislado o mantenido, se convierte en un factor de riesgo.

Y en el transporte agroalimentario, una ruptura de la cadena de frío no se limita a una simple desviación de temperatura: puede tener consecuencias sanitarias, normativas y económicas muy graves.

Una furgoneta sobredimensionada para una carga reducida, un grupo frigorífico inadecuado, una caja no certificada por la ATP o un equipo sin autonomía eléctrica… Todos estos fallos técnicos exponen la mercancía a temperaturas fuera del rango de seguridad, a menudo sin señales visibles.

¿El resultado? Productos deteriorados, pérdida de lotes, conflictos con clientes o incumplimientos legales en caso de inspección. En algunos casos, incluso puede ser necesaria la retirada del producto o derivar en responsabilidad para el transportista.

Para evitarlo, debe disponer de una flota de vehículos:

  • adaptados al tipo de carga (frío positivo, negativo, multitemperatura),
  • conformes con la normativa ATP,
  • revisados y calibrados periódicamente, en función del tipo de mercancía transportada.

Un vehículo bien configurado no es un lujo: es una garantía.

2. Tiempo de carga subestimado: una zona crítica

Se trata de una zona gris en muchas organizaciones: el intervalo de tiempo entre la salida del almacén y el cierre efectivo de la caja frigorífica. Sin embargo, este momento crucial es uno de los más propensos a generar una ruptura de la cadena de frío.

En situaciones de urgencia, o simplemente por rutina, ciertas prácticas se convierten en hábitos: dejar las puertas abiertas “el tiempo necesario para cargar”, dejar los palés en el muelle antes de la salida, poner en marcha el vehículo sin preenfriarlo… Estos gestos, aparentemente inofensivos, pueden bastar para que la temperatura supere el umbral crítico, especialmente en el caso de productos muy sensibles (carne, pescado, productos lácteos, etc.).

El frío no se improvisa. Incluso con equipos eficientes, es ilusorio pensar que pueden compensar una carga lenta o mal organizada. Un aumento de temperatura al inicio del trayecto, por breve que sea, puede afectar a la estabilidad térmica durante todo el transporte.

Las buenas prácticas son bien conocidas:

  • sincronizar los flujos de trabajo,
  • limitar el tiempo que los productos permanecen fuera de la cámara frigorífica,
  • organizar las cargas según la ruta (y no según la conveniencia),
  • preenfriar el vehículo antes de introducir la mercancía.

Pero lo más importante es aplicarlas de forma sistemática. No se trata solo de tecnología, sino de método. Y es este método el que marca la diferencia entre una cadena de frío mantenida y un lote comprometido, a menudo sin posibilidad de recuperación.

3. Transporte sin supervisión de temperatura

Se trata de una zona gris en muchas organizaciones: el intervalo de tiempo entre la salida del almacén y el cierre efectivo de la caja frigorífica. Sin embargo, este momento crucial es uno de los más propensos a generar una ruptura de la cadena de frío.

En situaciones de urgencia, o simplemente por rutina, ciertas prácticas se convierten en hábitos: dejar las puertas abiertas “el tiempo necesario para cargar”, dejar los palés en el muelle antes de la salida, poner en marcha el vehículo sin preenfriarlo… Estos gestos, aparentemente inofensivos, pueden bastar para que la temperatura supere el umbral crítico, especialmente en el caso de productos muy sensibles (carne, pescado, productos lácteos, etc.).

El frío no se improvisa. Incluso con equipos eficientes, es ilusorio pensar que pueden compensar una carga lenta o mal organizada. Un aumento de temperatura al inicio del trayecto, por breve que sea, puede afectar a la estabilidad térmica durante todo el transporte.

Las buenas prácticas son bien conocidas:

  • sincronizar los flujos de trabajo,
  • limitar el tiempo que los productos permanecen fuera de la cámara frigorífica,
  • organizar las cargas según la ruta (y no según la conveniencia),
  • preenfriar el vehículo antes de introducir la mercancía.

Pero lo más importante es aplicarlas de forma sistemática. No se trata solo de tecnología, sino de método. Y es este método el que marca la diferencia entre una cadena de frío mantenida y un lote comprometido, a menudo sin posibilidad de recuperación.

4. Temperatura no controlada en la fase de almacenamiento

El transporte no es más que una etapa en la cadena de frío. Sin embargo, muchos incidentes ocurren a la llegada, cuando los productos deben almacenarse temporalmente antes de ser clasificados, reacondicionados o distribuidos.

Una espera sin una solución fija y adecuada, por breve que sea, puede provocar una ruptura térmica.

Tanto si se trata de frío positivo como negativo, es imprescindible mantener una temperatura constante y conforme en la cámara frigorífica hasta la entrega final.

Es aquí donde entran en juego los contenedores frigoríficos. Diseñados para entornos con limitaciones (ausencia de infraestructura, necesidad de movilidad, situaciones de urgencia), permiten conservar los productos a temperatura controlada entre +5°C y -20°C con gran precisión. Algunos modelos incluso ofrecen varias zonas térmicas en una misma unidad.

Fáciles de instalar, autónomos y disponibles en múltiples capacidades, estos equipos son perfectamente adecuados para:

  • muelles logísticos sin cámara frigorífica fija,
  • obras o eventos con suministro alimentario,
  • o como refuerzo temporal para plataformas con exceso de carga.

No son soluciones provisionales: son auténticas cámaras frigoríficas operativas, que garantizan la continuidad de la cadena de frío sin depender del vehículo.

5. Una mala gestión de los imprevistos

Incluso con una organización rigurosa, el riesgo cero no existe: averías de vehículos, incidentes, picos de demanda, entregas excepcionales... Son estos imprevistos, en apariencia menores, los que pueden desencadenar las interrupciones más graves si no se ha previsto una alternativa.

El objetivo no es eliminar el riesgo, sino poder contenerlo. Y eso exige capacidad de reacción: refuerzos puntuales, vehículos de sustitución, asistencia técnica inmediata o reasignación rápida de rutas.

El alquiler a corto plazo de vehículos frigoríficos, disponibles en menos de 24 horas, es una herramienta clave para absorber los picos de actividad sin interrumpir el servicio. Se trata de una solución indispensable durante las campañas estacionales, en periodos de alta demanda o ante imprevistos logísticos.

En resumen: cómo anticiparse y controlar la ruptura de la cadena de frío

El respeto de la cadena de frío se basa en una sucesión de decisiones, gestos y medios técnicos. No es un asunto reservado a especialistas: es un desafío diario para todos los profesionales del transporte agroalimentario.

Evitar las rupturas de la cadena de frío es garantizar que sus productos lleguen conformes, seguros e intactos, desde el origen hasta el destino.

Y eso es precisamente lo que prometemos en Petit Forestier: soluciones de refrigeración listas para usar, diseñadas para usos reales, disponibles en todas partes y acompañadas de un servicio completo que marca la diferencia.

Para más información sobre el tema: Preguntas y respuestas

  • ¿Qué es la cadena de frío?

    La cadena de frío es el conjunto de medios utilizados para mantener los productos a una temperatura constante y adecuada, desde su producción hasta su distribución. Se aplica especialmente a los alimentos frescos o congelados, los medicamentos y otros productos sensibles al calor.

  • ¿Cómo funciona la cadena de frío?

    La cadena de frío se basa en el mantenimiento de una temperatura constante, adecuada a la naturaleza de los productos, a lo largo de todo su recorrido: producción, almacenamiento, transporte y distribución. Se apoya en equipos especializados (vehículos frigoríficos, cámaras frigoríficas, contenedores isotérmicos), así como en un seguimiento riguroso (registros de temperatura, controles regulares) para evitar cualquier ruptura térmica.

  • ¿Cómo se respeta la cadena de frío?

    Respetar la cadena de frío es, ante todo, una cuestión de rigor en cada etapa.

    A continuación se indican algunas medidas sencillas que conviene recordar:

    • Comprobar la temperatura de los productos tanto en la recepción como en la entrega.
    • Preenfríe los vehículos y los contenedores antes de la carga.
    • Limite el tiempo de exposición a temperatura ambiente (carga, descarga, espera).
    • Almacene los productos sensibles en recintos adecuados, siempre refrigerados.
    • Controle y registre las temperaturas lo antes posible, especialmente en caso de transporte largo o almacenamiento intermedio.
  • ¿Cómo saber si se ha roto la cadena de frío?

    Se considera que la cadena de frío se ha roto cuando el producto ha estado expuesto a una temperatura superior a la prescrita, aunque sea temporalmente. Esto puede traducirse en un cambio de textura, color, condensación excesiva u olor anormal. Para los profesionales, el mejor indicador sigue siendo el control de la temperatura mediante registradores o sensores conectados.

  • ¿Por qué es necesario respetar la cadena de frío?

    Respetar la cadena de frío permite garantizar la seguridad sanitaria de los alimentos y evitar la proliferación de bacterias peligrosas. También es una obligación reglamentaria, especialmente en el sector agroalimentario. Una ruptura puede hacer que un producto no sea apto para el consumo, aunque parezca intacto.